Cómo me gustan las
miniaturas. Las casitas de muñeca con todos sus adornos a escala, una colección
de soldaditos, la colección de dedales de tantos puntos de España de mi madre,
los frasquitos pequeños de perfume…
Y hoy me gusta
esta pequeña silla. No mide más que mi mano (y eso es raro, porque mi mano es
pequeñita)
Primero compré
la silla en madera y la pinté en blanco dándole un aspecto envejecido. No me
acababa del todo de convencer y le confeccioné un pequeño cojín en cuadritos
vichy azules. También le cosí un corazón para que fuera digno acompañante de
una silla que tiene un corazón en su respaldo.
Por fin tengo
la pequeña silla para que duendes, ratoncitos, gnomos y otros seres diminutos
vengan a mi casa a visitarme y estén cómodos. ¿Cuándo aparecerán?
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